Nos sobrepasa, es así. Abruma el volumen de nuevos restaurantes, sitios monos, lugares de moda donde se entra buscando el rincón más cool para el selfie. De entrantes… lo tenemos claro! Para “compartir” ración y media de “Ver, mirar y ser vistos” y el resto, pues vamos viendo. Pero ayer…de repente ZASCA! Así sin más un viernes cualquiera a mediodía tropiezas con un espacio con alma. Y ostras, ¡qué sensación! Un lugar en el que al entrar, igual me daba ya lo soleado de día o cual era la mesa de terraza que más sol recibiría hasta marcharnos. Qué va! Ya había cruzado la puerta y atrapa. Esa calidez, una decoración exquisita en el detalle, sutil en lo moderno y atrevida en materiales nobles combinados en perfecta armonía con la amabilidad y la atención desde el recibimiento hasta la despedida. Ya no quedan lugares así. Uniformes perfectos, sonrisas tatuadas y trato cercano sin sobrepasar los límites. Esto para mí es LUJO. El ambiente… qué decir! Igual de diverso, bien presentado y de una calidad que bien podría aparecer en carta (me planteé si de esto tendrán también proveedores) familias, compañeros de trabajo, parejas, amigos distribuidos de manera perfecta casi si me apuras hasta ordenados. La acústica un 10 y la paz pues otro 10. Pero si entramos en materia (que allí íbamos a comer aunque ya casi ni me acordaba)… decir que no tengo palabras y estas circunstancias tiro de D. Jesús “IM-PRESIONANTE” De manera que si ha llegado leyendo hasta aquí, pido disculpas por no tener más fotos (salvo las dos maravillas que nos recomendaron) me refiero a fotos de local, del aperitivo, de la bodega, del reservado, de los baños, de la barra y de esa torrija… PERDÓN pero allí se va a ESTAR, a disfrutar, a sentir y tuve que dejar el teléfono. Esa es la mejor sensación y sin duda la mejor crítica. Gracias