Local muy, muy pequeño, por lo que reservar es altamente complicado. Fuimos con un menú cerrado, el de 28, aunque si los comensales son menos de 8, se puede ir a la carta. Siete servicios más dos postres. Empezamos con los raviolis de nabo con tartar con atún, unas sardinillas en tempura y unos mini bocadillos de pan chino con panceta. El plato que menos nos convenció fue el cuarto, el bol camboyano de pollo, mango y zanahoria, muchísimas zanahoria. Los tallarines de sepia con setas y el salmonete con soplete al ajo blanco nos encantaron, pero fue el último plato, los raviolis de rabo de toro con setas y manzana el plato que más nos gustó. Como habíamos advertido que nos acompañaría un alérgico al marisco, en lugar de la sepia habían preparado un pulpo con picada tailandesa. Menos mal que no pudo venir. El pobre alérgico se hubiera muerto igualmente al comer el pulpo, pero la intención fue buena y el plato, que nos comimos los que sí habíamos ido, estaba delicioso. Un pulpo diferente. Esto lo regamos con vino de la tierra. Un Pino Doncel black. No había mucha más opción. Con los dos postres, una tarta de queso invertida y servida en vasito, y una creme brulée terminamos. Un servicio muy atento en un entorno muy familiar. Y ante la dificultad de reservar una noche de fin de semana, ya hemos reservado para nuestra próxima visita, que espero que sea tan...
Read moreCada uno, en su casa, está claro que hace lo que quiere. Así en La niña guindilla han decidido que sólo tienen dos tipos de vinos, cuatro blancos, tristes, y cuatro tintos, más tristes aún. La atención es seca, distante, hasta podríamos sentir que sobrada. Los platos que van llegando a la mesa están bien elaborados, sabrosos, alguno de ellos, pero podríamos estar comiendo en cualquier parte del mundo. Es lo que tiene la comida fusión, que viaja tanto que a veces se olvida donde se encuentra asentado el cocinero. Que si papadum, que si sopas vietnamitas, que si polenta. Ninguna referencia a la tierra. Sólo un tinto de Casa Castillo, el de gama inicial de su magnífica colección. ¿Es suficiente? Además el poco cariño por el mundo del vino se ve reflejado en unas copas de servicios bastas, que no le hace ningún favor al vino que viene a servirse. Una gran desilusión por ver que el alma de un espacio que seguramente estaba pensado para salirse de una hostelería típica se ha convertido en un espacio borde y no placentero. El cariño hay que trasmitirlo , cuando se está cara al público, en cada gesto. La generosidad, en un sector tan sufriente como este, se hecha de menos en este restaurante de barrio que me ha decepcionado notablemente. Al menos esta noche su solete no brillaba. No vamos a los restaurantes solamente a comer, sino a vivir emociones. Y aquí, hoy, ha...
Read moreValoración: decepcionante. Esperábamos comer, y nos hemos ido como hemos entrado: con mucha HAMBRE (y no es porque comamos mucho, no es nuestro caso).
Me sorprende mucho que apenas nadie comente la extrema escasez de comida que sirven en un menú cerrado que, si bien no está nada malo, tampoco sorprende por su exquisitez. Es un menú NORMAL, con toque innovador pero para nada vale lo que cobran.
Menú cerrado con 5 platos que, todos juntos, conforman poco más que un aperitivo (croqueta de dorada y sardina en tempura, "tallarines" de sepia con shiitake, ravioli de atún, cabracho y canelón de pollo, que dicho así parece mucho, pero los platos eran de la medida de un platillo de café) Lo mejor de todo, es que salimos con hambre pero con 90 pavetes menos (menú X2 más 5 cañas).
Me quedo con la sensación de no tener ganas de recomendarlo o de volver con otra persona a comer allí, lo cual sí suele suceder cuando algo merece la pena. No me gusta valorar así los sitios, pero hemos salido de allí mirándonos incrédulos por lo que acababa de pasar, diciendo "en serio hemos pagado 90...
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