Confieso con cierto pesar que mis pasos me condujeron, por necesidad más que por voluntad, al establecimiento conocido como Segovia King Kebab, ubicado en esta bendita ciudad que fue bastión del cristianismo, morada de santos y testigo de procesiones que llenaban las calles de incienso y recogimiento. Lo que me encontré allí me ha dejado meditando —más de lo habitual— sobre el signo de los tiempos, la pérdida del orden y la extraña inversión de valores que parece asentarse sin pudor en nuestras ciudades.
Desde fuera, el letrero llama la atención con luces y coloridos llamativos, como si de un bazar se tratase. En el interior, una atmósfera cargada de aromas exóticos y especias intensas invade al visitante. La decoración es mínima, funcional, pero carente de cualquier símbolo que recuerde a nuestras tradiciones locales. Ni un cuadro de la Virgen del Acueducto, ni una estampa de San Frutos. Nada. Un silencio que no es solo físico, sino espiritual.
El menú gira en torno al omnipresente “kebab”, un alimento cuya popularidad se extiende por toda Europa, y que ha encontrado suelo fértil en nuestras tierras. Se nos presenta como carne “halal”, término que, según he podido leer en mis estudios, hace referencia a prácticas rituales permitidas según la religión islámica. Me resulta paradójico —y motivo de profunda reflexión— que se exija tal rigurosidad en la preparación de estos manjares según preceptos foráneos, mientras que en tantos de sus países de origen no se permite ni la más mínima expresión cristiana, ni un crucifijo, ni una misa, ni siquiera una humilde bendición en público.
Y aquí estamos, en nuestra Segovia de piedra y fe, adaptándonos a normas ajenas sin que medie reciprocidad alguna. ¿Dónde queda la equidad? ¿Dónde la justicia divina que equilibre la balanza?
La carne —cuya procedencia real jamás se revela con claridad— gira en espadas metálicas como si se tratara de un becerro de oro moderno. Su sabor es fuerte, especiado, con una textura que deja dudas en el alma de quien, como yo, ha conocido los manjares de la matanza castellana, donde cada parte del cerdo se aprovecha con gratitud y sin disimulo.
Las salsas, de nombres variados (picante, blanca, barbacoa, etc.), buscan ocultar, quizás, la monotonía de una base siempre igual. El pan, una especie de torta plegada, es difícil de manejar sin derramar parte del contenido sobre la bandeja de plástico. No se ofrece vino, por supuesto, ni siquiera un humilde clarete, sino refrescos azucarados que zumban en la sangre como tentaciones del siglo XXI.
El servicio es correcto, rápido, eso sí, y he de decir que los jóvenes que atienden lo hacen con diligencia. Aunque no pude evitar notar que, mientras esperaba, en la televisión colgada del rincón más alto no emitían ni noticias locales ni música tradicional, sino videoclips de orígenes inciertos, cargados de ritmos frenéticos que distraen más que acompañan.
Afuera, jóvenes congregados a altas horas, consumiendo estos kebabs como si de ambrosía se tratara, mientras los bares segovianos tradicionales cierran uno a uno por falta de clientela. Qué contraste: en tierra de cochinillo y sopa castellana, triunfa la carne envasada y el pollo industrializado. ¡Qué ironía tan dura!
No deseo ser malinterpretado: toda persona merece respeto, y toda tradición tiene su lugar. Pero me inquieta ver cómo lo nuestro se esconde mientras lo ajeno se exalta, incluso en los más mínimos detalles. Un día alguien me dijo: “Padre, la globalización ha llegado”. Yo le respondí: “Sí, pero con un solo sentido”.
En resumen, Segovia King Kebab cumple con su propósito comercial: alimenta rápido, barato y con sabor fuerte. Pero para este viejo sacerdote, no es solo un lugar donde se sirven bocadillos, sino un símbolo, quizás, de algo más profundo: una lenta renuncia a lo nuestro. Y eso, hijos míos, sí que debería preocuparnos más que el picante...
Read moreI visited Segovia last year with my family on a trip and decided to have lunch here. We were treated with the best of the hospitality I have seen. The Pakistani owner and workers there not only prepared tasty food but treated us with more than what we asked for. When I went to pay the bills, they refused to take money from me only because my elderly mother was with me. They said they felt like their mother visited them and they cannot accept the money from me. I had no words, I tried a lot but they refused to take anything from me. I had heard a lot about Pakistani business owners refusing money from the guests but I witnessed this first time. I wish them best of...
Read moreOs voy a poner 3 estrellas porque era mi kebab favorito de Segovia, pero el último día tardaron hora y media en traer el pedido cuando dijeron aproximadamente 40 minutos. A la hora llamé preguntando por el pedido y ni si quiera estaba en cocina... Les dije que de haber sabido que iba a tardar 1 hora y 30 minutos hubiese pedido otra cosa y me dicen que en 15 minutos lo tengo en casa. Me lo traen... Y lo primero, los durum no están ni bien enrollados. Al quitar el papel albal se abren los 3. Lo segundo, les habíamos pedido dos durums de ternera, uno cn ensalada y otro solo con la lechuga y eran los 2 IGUALES. Y lo tercero, les faltaba condimento, la mitad del durum venía vacío!; y para colmo han subido 50 céntimos todos los productos!!!! Mucho tiempo pidiendo en este kebab pero se...
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