Adorado Bar Club Social — Restaurant in Autonomous City of Buenos Aires

We used to come here literally every day. Breakfast, coffee, sometimes lunch — we were loyal regulars, not tourists blowing in once a month. And yes, we did tip, thank you very much.

But apparently that wasn’t enough for Monica — the queen of cold glares and passive-aggressive one-liners. On multiple occasions she made snide comments about tipping, like “Tip’s not included” with the tone of someone accusing you of grand theft empanada.

She didn’t ask for a tip — she made it personal. Treated us like cheapskates in front of other customers, like we were personally ruining her finances. At some point we started wondering: does she think her salary comes directly from us?

Final straw? We ordered a simple croissant to go. She handed over something so old and dry, it probably had voting rights. No smile, no warmth — just a dead stare and a crusty pastry full of judgment.

The food’s okay. The coffee is… not. And the prices are whatever. But when the emotional atmosphere is colder than the butter, it stops being worth it.

We didn’t stop going because of the menu — we stopped because we didn’t enjoy being treated like a burden...

Very cool atmosphere (with gray walls and wooden floors and accents) and yet a cozy ambience. Coffee is really good and so are the many options for a hearty brunch (the eggs Benedict with avocado and smoked salmon are excellent and the scrambled eggs bagel comes with real nduja spicy sausage) and lunch. There are many a la carte choices or brunch or lunch combos for one or two people at convenient prices. The menus are both in Spanish and English and the people working there speak very good English, as well. Service is attentive (they ask you if you want your drinks right away or with your food) and fast, even if most dishes are prepared at the moment (which is a good thing). Definitely...

En comparación a los otros Adorados que visité (los 2 de San Telmo y el de Gurruchaga), este local no cumplió tanto con mis expectativas. Para empezar, como era fin de semana largo había bastante gente (este factor escapa al local, obvio, pero lo pongo como variable contextual), con lo cual me tuve que sentar en una mesa ubicada entre los dos baños y un revistero arriba de mi cabeza: evidentemente no es una buena ni ofrecible ubicación, mejor sáquenla. Lo que sucede es que, en términos arquitectónicos, el salón no es tan amplio, es como en forma de L medio curva, con lo cual no hay dispuestas muchísimas mesas; sí hay opción para sentarse afuera, pero en invierno está difícil por el frío. Lo bueno es que hay bicicletero y que podés ingresar con tu mascota. Respecto de la ambientación, el lugar es muy canchero y sigue los tonos de rojo y beige como los otros Adorados, pero en esta ocasión no me gustó que la luz fuese tan tenue siendo las 18h30 (en invierno la tarde ya es prácticamente oscura), puesto que yo siempre voy con el objetivo de leer y esa luz mata la vista. Ahora bien, una vez sentada, el mesero (alto, flaco, castaño) atendió a las dos chicas quienes justo habían entrado adelante mío y eligieron la mesa de al lado, y nunca me preguntó a mí qué quería pedir, por lo que yo misma me tuve que acercar hacia el otro mozo para que me atendiera (otro aspecto flojo). Respecto a mi pedido, siempre opto por el yogur con granola casera más la infusión y jugo, para probarla y compararla. En esta ocasión el yogur y las frutas vienen un poco más en cantidad, no así los cereales (compuestos de copos de maíz sin azúcar, fibras, algunos pocos frutos secos, semillas y coco, siendo además muy distintos y menos sabrosos de los que ofrecen en los locales de San Telmo). Como me quedé con hambre por la escasez del yogur con granola me pedí otro café con leche (además del que te ofrecen con el yogur y granola, valga la redundancia). Nunca ví el jugo. En síntesis esta vez mi puntaje caerá en relación a mis experiencias vividas en los otros...