Queríamos ir al Restaurante Marisquería Cunini con intención de probar los pescados y mariscos que aquí se preparan. Llegamos los primeros porque a las 12:45 no había nadie en la terraza exterior bajo el enorme toldo que daba sombra a las mesas de los clientes. Este espacio es muy elegante porque las mesas tenían un mantel rojo con su cubremantel blanco y las servilletas de tela también de color blanco. La temperatura era excelente pero también vimos las estufas eléctricas y a gas que tenían preparadas para el frío que no hacía mucho habían sufrido. Nos sentamos, y en seguida vinieron a traernos la carta y el menú, donde vimos los ricos platos que saben elaborar. Al final, nos decidimos por las opciones del menú del día que consistía en una sopa de pescado y chuletillas de cordero, vino para mí y agua para Antonio. La sopa de pescado o de marisco como allí la llaman estaba muy buena, con sus tropezones de pan tostado y trozos de pescado, gambas y sepia o calamar, porque ahora no me acuerdo. Estaba caliente y con la sal suficiente, casi escasa pero muy agradable de tomar. Nos gustó mucho. En cuanto a las chuletillas de cordero a mí no me gustaron tanto, no porque no estuviesen bien hechas sino porque eran diminutas, y parecía que al cordero no lo habían degollado sino que lo habían matado a palos porque todos los huesecillos estaban rotos, con el riesgo de clavarte alguno en la boca. Estaban acompañadas de un montón de patatas fritas en freidora, con lo que eso lleva de pérdida de calidad aunque se gane en rapidez. Ya nadie sabe freír patatas en una sartén con bien de aceite y a fuego lento. Nada de eso, ahora son patatas abrasadas, secas y estiradas. Pedí vino, y me llenaron la copa mucho más de lo habitual porque casi siempre en un restaurante la copa es enorme, y el vino que te sirven no ocupa ni la quinta parte del volumen de la copa. Ahora era casi el doble, y yo pensé que al camarero se le había ido la mano con su generosidad, pero cuando lo probé me di cuenta de que sabía un poco avinagrado, pero aun así me lo bebí todo. La terraza se fue llenando por completo, y justo al lado había una pareja de orientales, supongo que japoneses, que se estaban dando un buen banquete con una botella de champán en su cubitera y toda una buena ración de mariscos variada, y además pidieron lo mismo que otra mesa próxima con una caldereta de marisco. Yo pedí de postre un café con leche para no caer dormido en plena digestión, luego pagamos los 42 €, nos fuimos, y allí seguían los japoneses deleitándose con el marisco de Cunini....
Read moreLovely terrace, good service, food not bad at all, bill good!
We ate in the outside terrace - I say "in" not "on" the terrace as it was an unusually chilly, cloudy day in April, and they had the side walls out and a patio heater on to warm us up.
It was nonetheless a pleasant place to eat and you could people-watch as you waited for your food.
When it came it was good quality - sparkling fresh anchovies, crisply fried. The red mullet was grilled to perfection, the squid rings also crisp and fresh from the pan.
The wine was from a good selection, slightly more pricey than the food.
The main disadvantage of the food was the size of the portions. Next time we'll order only 3 dishes between 4 of us. Despite heroic attempts by the men, we couldn't finish everything.
The best bit may have been the bill which was less than we...
Read moreAyer llevé a un amigo al Cunini asegurándole que iba a comer la mejor ensaladilla que había probado en su vida. He comido esa ensaladilla desde que soy un niño e iba con mis padres y siempre había sido algo exquisito. Tengo que subrayar que es un plato que me encanta desde pequeño y que llegué a disfrutar de la que hacían en el Suizo cuando aún existía en los 80. La del Cunini era distinta, pero no peor: una mayonesa suavísima, con sabor a gamba fresca, gambas frescas y patatas perfectamente cocidas. Una delicia. La última vez que la comí fue hace unos siete meses, cuando mi hermana compró la ensaladilla para llevar y la llevó a casa de mi madre para un entrante exquisito en una comida de cumpleaños. Porque así seguía estando hace unos meses, exquisita. Sin embargo, ayer estaba salada, con muchísima mayonesa y sin nada de sabor a gambas. Un auténtico engaño. Quedé fatal con mi amigo, que venía de Hungría y que se acabó preguntando por qué costaba 15 euros un plato de patatas con mayonesa salada sin sabor a nada. No sé qué pudo pasar, puede que al no ser un cliente habitual quisieran endilgarme una ensaladilla hecha dos días atrás y camuflada con un kilo de mayonesa confeccionada con medio kilo de sal. O quizá es que la calidad de todos los platos de ensaladilla haya bajado en el Cunini hasta niveles dignos de cualquier bar cutre de tapas porque ya se han jubilado los cocineros que había antes. En ese caso ¿por qué no la ponen a cinco o seis euros, que es lo que debe costar un plato así? Lo peor es que mi amigo, que acaba de ser contratado por la universidad de profesor, va a pasarse en Granada dos años, viviendo en la Plaza Bib-Rambla, y buscaba un buen sitio para comer asiduamente y para llevar a su familia cuando le visitara desde Budapest. Desde luego, si nos endilgaron una ensaladilla pasada y camuflada con mayonesa y sal para darle salida a un plato que deberían haber tirado, han perdido a quien se iba a convertir en un cliente habitual durante los próximos dos años. Y a uno antiguo que, a pesar de ir solo de año en año, lleva por sistema al Cunini a quien viene de visita a Granada. Quiero...
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