Llevaba tiempo queriendo visitar este restaurante y elegí la noche de ayer para celebrar mi cumpleaños en pareja. Llamé antes para reservar, y menos mal porque sólo les quedaba una mesa libre a las 21h. La atención fue muy buena, los dos chicos muy amables y la que me pareció duela muy atenta también, nos estuvo recomendando. La comida nos encantó, tomamos las tostas de anchoa, los rollitos de gambas y queso. Makis variados(de huevas de pez volador, de wakame y de anguila), a cuál más rico y de tamaño generoso. Probamos el pato también, exquisito. Para finalizar pedimos el helado frito para compartir, en nuestro caso elegimos el de vainilla. Volveremos seguro para probar más platos de la carta.