Me lo recomendó el guía de un free tour y aunque mi madre y yo llegamos emocionadas, la experiencia gastronómica resultó ser un fiasco.

No lo recomiendo, sobre todo por la poca amabilidad y empatía del servicio, que no pudo ser más desagradable.

Como el restaurante se llena, los camareros no paran de trabajar y del estrés, como son pocos empleados para tanta gente, parece que llegan a perder el control. Atienden a los clientes rabiosos, enfadados y estresados.

Cuando llegamos al restaurante, estaba a rebosar y nos mandaron esperar 40 minutos para darnos mesa. Lo comprendimos perfectamente porque era un viernes, sobre 20h, y no teníamos reserva.

Mientras esperábamos los 40min, decidimos pedir una cerveza pero el camarero, totalmente estresado por la cantidad de clientela que tenía el restaurante, nos dijo que teníamos que esperar en la calle porque allí, en pleno pasillo de entrada, al lado de la barra, no podíamos quedarnos.

Mi madre, de 70 años y yo, nos tuvimos que marchar a la calle a esperar 40 minutos mientras diluviaba.

Al empaparnos totalmente en la calle, porque ni el paraguas aguantaba el chaparrón, decidimos entrar al local. El camarero se molestó muchísimo al vernos allí.

Nosotras intentamos apartarnos y no molestar en el trabajo de los empleados. De verdad, llovía muchisimo fuera. No se podía estar en la calle de la cantidad de agua que caía. Mi madre tiene 70 años. Estar en la calle 15 minutos, como estuvimos, bajo esa lluvia, creo que era ya demasiado.

Cuando llegó nuestro momento, tras otros 15min en el pasillo de entrada, y quedó una mesa libre para dos, el camarero, que seguía muy enfadado con nosotras por estar dentro del local, de forma muy malhumorada, nos condujo a la mesa.

Nos sentamos allí empapadas porque obviamente, en el tiempo que nos echaron a la calle, nos pusimos como una sopa.

Como no sabíamos cuáles eran las especialidades, le pedimos, por favor, a otro camarero una recomendación sobre qué pedir.

No puso atención en nuestra explicación porque el local estaba lleno y al tener tanto trabajo, iba de un lado a otro intentando perder el menor tiempo posible con los clientes.

Le dimos estas premisas: queríamos probar algo variado, (dos raciones distintas a compartir de la carta), que fueran típicas del restaurante, y siempre productos locales o de cercanía.

Pero al camarero, que tenía mucha prisa por atender otras mesas, le dio totalmente lo mismo que le dijésemos que queríamos algo variado ya que nos recomendó dos platos casi idénticos: dos tablas de pescados, una ración normal y la otra de ellas, frita (como puede apreciarse en las fotos).

Nosotras nos fiamos completamente de èl pensando que los platos de pescado serían totalmente diferentes pero lamentablemente eran iguales, sòlo se diferenciaban en la fritura.

Salimos muy decepcionadas de aquel restaurante por todo.

No dejamos ni propina porque nos marchamos dolidas.

Entendemos que en ese restaurante entra a la vez mucha clientela y son muy pocos empleados, pero los clientes no deberíamos notar tan claramente ese estrés y prisas que se traen los camareros.

Parece que en cualquier momento se van a poner a gritarte. Resulta como violento o agresivo hablar con ellos.

El ambiente del restaurante, la decoración y el lugar que se ubica, son maravillosos pero no pudimos disfrutar de nada de esto porque los empleados oscurecen esta experiencia gastronómica.

Nunca me he sentido peor, como turista y extranjera, que en este restaurante. No nos sentimos, para nada, bien tratadas.