Fuimos a comer un sábado festivo, al mediodía. El restaurante, situado en una zona residencial de Jerez, tiene un espacio correcto pero sin encanto. El local estaba lleno y el nivel de ruido era tan alto que resultaba difícil mantener una conversación. Demasiadas mesas para el tamaño del espacio y una acústica sin control convirtieron la comida en algo más agotador que agradable.
La barra permaneció llena de copas sucias durante todo el servicio, un detalle que rompe la armonía visual. En gastronomía, la experiencia no se limita al paladar: también cuenta la vista, el oído y la atmósfera. El cliente no solo come; observa, escucha y siente. Cuando esos elementos se descuidan, el conjunto se resiente.
El servicio fue amable, aunque con cierta tendencia a la sobreexplicación. La camarera, experimentada y con dominio de la carta, ofrecía indicaciones y recomendaciones que, en ocasiones, resultaban algo excesivas. Este tipo de atención puede agradar a algunos comensales, pero en mi caso se sintió un poco invasiva. Un buen servicio, además de ser atento, debe saber leer al cliente y adaptar su tono y nivel de intervención.
Otro detalle que no pasa desapercibido: la carta contenía algunas faltas de ortografía y errores de puntuación. Puede parecer menor, pero para mí es la primera toma de contacto con el restaurante, y dice mucho sobre el nivel de cuidado y atención que se mantiene después.
En lo gastronómico, comenzamos con el trampantojo de foie y queso de cabra sobre arena de galleta, visualmente llamativo pero fallido en concepto. La cobertura gelatinosa era insípida y la cantidad resultaba excesiva para dos comensales, aunque para una mesa más amplia podría estar mejor equilibrada. Las nueces y las pasas acompañaban bien, aunque la base de galleta de colores no terminaba de aportar al conjunto. Este plato refleja una tendencia que me cuesta compartir: querer sorprender con lo visual a costa del sabor. La verdadera innovación está en la sutileza, no en el disfraz.
Las alcachofas salteadas con verduras, bechamel y emmental resultaron planas. El exceso de queso enmascaraba el sabor de la alcachofa, que debería haber sido el eje del plato. El tartar de atún rojo de almadraba fue correcto y fresco, pero sin destacar: un plato que se deja comer, sin emoción.
El mejor momento llegó con el steak tartar de buey, de carne excelente, aliño equilibrado y textura impecable. Un plato redondo que cerró el almuerzo con buen sabor de boca.
El precio (unos 80 € para dos personas) me pareció razonable. La Espartería estuvo recomendada por la Guía Michelin en años anteriores, aunque actualmente ya no figura en ella, algo que refleja con acierto su momento presente: buena materia prima, pero una experiencia general que no termina de estar a la altura.
No escribo estas reseñas desde la queja, sino desde el deseo de que los espacios mejoren. Cuando algo me encanta, lo celebro; cuando percibo potencial, creo que señalarlo también ayuda. Quien busca la excelencia necesita tanto los halagos como las...
Read moreWe had an absolutely wonderful evening at La Espartería on May 1st. From the moment we arrived, we were met with warmth, attentiveness, and a truly special atmosphere. The food was exceptional – each dish beautifully presented and full of flavour, combining creativity with the best of Andalusian tradition.
A special mention goes to the female staff member who served us that evening – she was not only kind and welcoming, but also incredibly professional and attentive throughout the evening. Her presence made the whole experience even more memorable, and we are truly grateful for her service.
La Espartería is a gem in Jerez – we will definitely be back and recommend it wholeheartedly to anyone...
Read moreUna de las mayores sorpresas gastronómicas que me he llevado en Jerez.
Me encontraba en la ciudad por motivos de trabajo y, dado que estaba sólo, tampoco me apetecía aventurarme demasiado (Por supuesto, tampoco comer mal). Buscando en Google locales cercanos a mi ubicación encontré este sitio que me pareció algo peculiar: Dada la valoración que los usuarios hacían respecto al precio - sólo 1 icono de € -, llamaba increíblemente la atención que esto fuese real viendo las imágenes subidas por los mismos. Pensé que debía tratarse de un error o que, simplemente, la calidad del producto se vería mermada para poder hacer gala de ese bajo precio. Pues bien, me decidí a acercarme y, sinceramente, me ha parecido uno de los mejores sitios en los que he comido de Jerez. Ya no relación calidad/precio, sino únicamente hablando de sabor y producto.
El local es pequeño, pero acogedor. Con ambientación en madera y soga, iluminado con tonos cálidos muy tamizados. También cuenta con 3/4 mesas en el exterior.
La carta es extensa y, siendo honestos, me dio rabia estar solo y no poder probar 4/5 platos diferentes, dado que todos suenan fenomenal (incluido los que canta el personal fuera de carta).
Finalmente me decidí por una ensalada de tomate raf con boquerones en vinagre, anchoas del Cantábrico y vinagre balsámico. Una auténtica locura en el paladar... La foto habla por sí sola, y casi que puede apreciarse la calidad del producto viendo únicamente los boquerones en tamaño y volumen.
Como segundo, un tataki de buey realmente espectacular sobre una cama de arroz salvaje que, como comenté, con una de las personas que me atendía, era tan sorprendente que casi te hacía olvidarte de la propia carne y querer seguir comiendo arroz.
Ambos platos, con una cerveza de tirador en vaso de sidra y un café, no superaron los 24€, lo que confirmó la cuestión del precio dejándome completamente maravillado.
Espero poder volver pronto y probar algunas cosas más...
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