La experiencia fue breve, pero intensamente desagradable. Aunque habíamos reservado con suficiente antelación con El Tenedor y llegamos con 10 minutos de adelanto, nos encontramos con que no teníamos mesa. Otra pareja se hizo pasar por nosotros (o, mejor dicho, no reconocieron que la reserva que les ofrecían no era para ellos), la encargada del restaurante no verificó su identidad y les dieron nuestra mesa. Cuando llegamos no había, aparentemente, ninguna otra mesa libre, y los dueños del restaurante no parecían dispuestos a liberar la que habían asignado erróneamente. Así que nada se podía hacer, y nada hacían, salvo mirarnos con cara pasmada y repetir que cómo había podido ocurrir esto. Era casi como si quisieran que les compadeciéramos por el engaño que habían sufrido. Pero el problema serio era para nosotros, a las 10 de la noche un viernes, con bastante hambre y sin reserva el panorama no era muy halagüeño -- afortunadamente encontramos acomodo en los Asturianos. Mi mujer declaró que, a pesar de haber ido varias veces (porque la comida de Villoldo le gusta mucho, más que a mí), no volvería al restaurante nunca más, y un parroquiano que estaba hablando con la cocinera cuando llegamos y que a mí me pareció ligeramente achispado aseguró que el sí que volvería. Espero, por su bien, que le traten mejor.
Este fue mi comentario original. Si ha llegado hasta aquí, por favor lea antes la respuesta de Villoldo. Entenderá mejor lo que se comenta a continuación.
En Villoldo se come muy bien. Pero me parece que tienen dos problemas que pueden ser serios para un restaurante de su nivel. Uno, que no saben manejar adecuadamente situaciones, llamémoslas, anómalas. Es cierto que gestionar lo que a nosotros nos ocurrió es complicado, sobre todo en el momento (aunque se me ocurren un montón de sitios en los que lo habrían hecho mejor), pero quizás una llamada telefónica al día siguiente no habría estado fuera de lugar. El segundo, quizás también por falta de costumbre, es que no saben digerir las críticas negativas. Parece como si en Villoldo pensaran que es el restaurante el que tiene la última palabra en lo que se refiere a lo que sus clientes pueden opinar sobre él, y así decidir si una opinión está “absolutamente fuera de lugar”. Lo cual es absurdo en sí mismo (para que íbamos a opinar si fuera así), y además creo que no es una buena práctica desde un punto de vista comercial – el restaurante se muestra con una arrogancia que difícilmente le va a granjear simpatías en el grupo, cada día más numeroso, de los que les gusta opinar. El mensaje habría llegado igualmente si hubieran dicho que el comentario sobre el cliente les parecía fuera de lugar, o quizás estaba fuera de lugar, o era desafortunado, u otra formulación menos “absolutista”. Pero es que en este caso, además, no tienen razón.
Miren, del incidente reseñado lo que a mí personalmente me molestó más (mi esposa tiene una opinión diferente) fue precisamente el comentario de ese cliente que en un momento dado decidió convertirse en lo que mi abuela llamaba defensor de causas pobres, que a él ni le iban ni le venían. Comentarios como el que hizo, en el contexto en el que lo hizo, solo pueden tener por objetivo, en el mejor de los casos molestar, en el peor provocar. A mí me molestó, y mucho. El que tratara el incidente con cierta ligereza en mi reseña no quiere decir que no fuera así. Y si el problema para los dueños de Villoldo es el uso del adjetivo achispado, puedo asegurar que en este caso si de algo se me puede acusar es de prudencia en su elección.
Es loable que Villoldo quiera defender a sus clientes, pero quizás debería escoger mejor a qué...
Read moreComida 2 personas un sábado.
Vivo cerca y siempre me ha llamado la atención la carta y me ha generado mucha curiosidad este local ya que solo ves una mesa y unas escaleras.
Llegamos y bajamos a la planta inferior donde se encuentra el restaurante, a lo largo de un pasillo, y una barra.
Nos sentamos y aparece un pan tostadito con mantequilla. Vuela.
Un problema con los tiempos: la carta llegó pronto pero los especiales no nos los cantaron hasta después de haber decidido lo que queríamos. También el aperitivo de la casa (muy bueno) apareció 20 minutos después de sentarnos. El primer plato que pedimos tardó 40 minutos en aparecer.
Tristeza infinita al saber que no hay el plato que llevo viendo en la carta del exterior y por el cual siempre he querido venir: chipirones en su tinta rellenos de sus patas, jamón y huevo.
Pimientos rojos de "cuatro morros" asados en leña de encina, servidos con aceite de oliva virgen y escamas de sal.
Maravilla de pimientos. Un sabor increíble, seguramente los mejores pimientos que he comido en mi vida. Imprescindibles.
Alubias con hongos de temporada.
Es el plato estrella del local y no tenemos muy buena suerte pues el día está super desapacible (frío y lluvia), lo que ha hecho que todo el mundo pida cuchara. Consiguen sacarnos una media ración que aparece en dos cuenquitos. El potaje está como par lamer el cuenco, la cacerola y todas las cucharas que hayan tenido contacto con él. Brutal. Entendí el enfado de un señor sentado en una mesa cercana que venía expresamente a comer eso y ya se reviró al saber que no era posible. Ojo, que le sacaron el poco caldo del guiso que quedaba para intentar disipar su enfado.
Merluza del cantábrico a la parrilla con verduritas salteadas. Plato de acompañante y señor orquestador de la reserva.
Cochinillo asado a baja temperatura y dorado al horno, servido con la piel crujiente y chutney de frutas de temporada.
Es muy duro llegar a un sitio donde sabes qué quieres pedir desde el día que colgaron la carta en su exterior y que no esté disponible. Ya como que no quieres comer nada. Descarto pescados al no llamarme en exceso la atención y decido entre cochinillo y lechazo.
Pensar en su piel crujiente fue lo que desempató rápidamente, y no decepcionó para nada. Piel magnífica, carne muy jugosa, caldito del asado muy bueno.
Pedimos la carta de postres y ninguno nos terminó de convencer (aunque ojo esas tablas de quesos) por lo que ¡la cuenta por favor!.
84,5€ en total muy llenos, todo muy disfrutado, calidades muy altas en los productos catados. Homenajillo...
Read moreThis is a small, intimate and quiet space. The manager (she might be the owner?) was warm and welcoming; very helpful with the menu. Many excellent choices on this menu. My wife and I shared every dish, which was split in the kitchen. We had steamed seasonal vegetables, a mushroom starter and the outstanding cochinello dish. Everything was fresh and delicious. A 25 Euro bottle of Rioja to accompanied our meal. Total cost was just over 100 Euros. Will return the next...
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