Postureo gastronómico a precio de oro He caído aquí por la generosidad de un buen amigo, que me quería invitar a una buena paella, asique tome un tren y me fui a la ciudad de la luz. A mi amigo le habían soplado que aquí se servía “paella con garbanzos”, y allí fuimos, a ver en que consistía esto, sin prejuicios, pero con expectativas. Según yo había indagado, la paella con garbanzos es una paella típica de Alicante, con arroz, verduras, pollo conejo y garbanzos. Pero no es el caso de esta paella, que en realidad es una paella de cocido, o de puchero, como la llaman en valencia. Si, de cocido. Nada nuevo, aunque pueda parecer una barbaridad es una atrocidad más, de las mil que existen, de cómo destrozar una paella. No quiero imaginar que dirían de esta barbarie Pepe Carvalho y sus amigos Fuster y Beser, que ya discutían por poner cebolla en la paella, lo que calificaban de catalanismo. Imagino que a esto lo llamarían madrileñismo, o capitalismo quizás... Pero vamos a mi reseña, que no va solo de la singular paella, sino del lugar. El local es un túnel, con fachada a dos calles, la entrada principal está en un callejón peatonal, a espaldas de una pequeña iglesia, excelente ubicación, muy céntrico y fácil de encontrar. La decoración muy mejorable, a mi me toco comer mirando un gran mural de Julio Iglesias en sus tiempos de Hey, me dio la comida. Las mesas justitas, sobre todo pensando en lo que viene después, y el servicio de mesa, pues también pensando en lo que viene después, platos ovalados, ya que los circulares no cabrían en la mesa. De entrada pedimos unas almejas, aceptables, con una salsa muy agradable a base de perejil picado . A mi se me ocurrió la mala idea de preguntar qué ingredientes tenia la salsa, y el mesero, de forma seca me contesto que “los grandes chef no descubren sus recetas”. Ignorante de mi, que no sabía que el que el afamado chef debe de tener varios mondadientes Michelin. Pero vamos a lo importante, la paella de cocido, o de puchero. La paella para dos llega a la mesa en su recipiente, una paellera, o paella, de mas de 50 cm, algo que el uso y la costumbre recomienda para entre 8 y 13 comensales .Imagino que esto esta ideado para que las personas que premian la cantidad a la calidad, digan, “vaya jarta me voy a dar”, nada más lejos de la realidad. De entrada la paellera no cabe en la mesa, por lo que hay que poner platos ovalados, y retirar hasta el pan, solo queda en la mesa el coso taurino (la pella) las copas, los platos ovalados, y los cubiertos. De la paella, los primeros cinco cm exteriores no están. En vez de “socarrat”, hay “cremat”, luego, siguiendo la curva descendente de la paellera vamos desde un grano, hasta un máximos de dos o tres, o sea, poco, poco, poco. Ingredientes; se adivinan unas (pocas) judías verdes redondas, pasadas por el lanzallamas y deconstruidas. Una carne mechada, la cual no conseguimos identificar, zanahoria, y algo que mi amigo dice ser hígado, y yo al principio digo que serian riñones partidos, pero después de investigarlo de cerca mediante disección quirúrgica, me decanto por longaniza. Vuelvo a arriesgarme a preguntar al simpático mesero por el misterioso ingrediente, mi amigo dice salchicha, el mesero solo dice NO, yo digo longaniza, y el comunicativo y amable mesero dice ESO. Hay que añadir en honor a la verdad que esta maravilla culinaria también llevaba arroz y garbanzos. Mi amigo y yo somos de buen comer, sin embargo y pese a lo magro de la ración, dejamos en la paella buena parte de la aberración. Mi amigo llego a casa con urgencias intestinales, yo he sobrevivido para contarlo. Aquí va Chicote y no deja títere con cabeza. De verdad, ir a otro sitio, esto es una tomadura de pelo, postureo gastronómico a...
Read moreDespués de varios intentos de reserva para acudir a comer a su restaurante, conseguimos mesa para el 14 de octubre, día de mi cumpleaños. A parte de lo mágico del evento, mi familia venía por sorpresa desde Madrid para compartir un rato con mi pareja y conmigo y ésta fue nuestra experiencia: Nada más llegar, notamos que hacía frío en la sala, nos sentaron en una mesa cerca del baño de mujeres donde daba el aire de lleno y se lo comunicamos al personal, aunque no se notó nada, así que nos pusimos algo de abrigo. Pedimos las bebidas y la comida, compuesta de 3 entrantes: Tartar de atún, Almejas(estaban medio crudas) y sepietas a la brasa (vinieron frías y nada braseadas). El vino lo trajeron cuando ya habían servido los entrantes. Para el segundo plato, transmitimos a la mujer que nos tomaba comanda el deseo de probar dos arroces distintos y propusimos el Arroz Laboe (lubina y gamba roja) y el Arroz con nécoras (era para 3 personas y traía una nécora y media). Ambos arroces sabían exactamente igual, variando solamente los productos que pusieron encima...una pena. Para el postre, mi pareja había sugerido de antemano, al hacer la reserva, llevar una tarta con alguna vela, pero el personal indicó que ellos lo prepararían. Después de unos 25 minutos, trajeron un postre para 6 personas del cuál tocamos a un cuadrado de unos 3 centímetros para cada uno(con 2 fresas para compartir entre los 6), añadiendo que justo en el momento que lo trajeron, faltaba una comensal en la mesa...mi madre. Y después de una laaaarga espera, por fin, trajeron los cafés...fríos... La cuenta también se hizo esperar. Habíamos llegado a las 14:30 al restaurante y salimos a las 17:30, con hambre, helados de frío (les dijimos otras 2 veces que por favor subiesen la temperatura) y enrarecidos con el trato porque, aunque el personal en todo momento fue amable, no estuvo atento de lo mínimo indispensable, me refiero a medir los tiempos entre plato y plato y traer los alimentos recién cocinados y en su punto. Curiosamente la mesa de al lado llegó más tarde, les pusieron el mismo postre para 4, tomaron algún licor y salieron bastante antes que nosotros. Casualmente era un conocido de la...
Read moreWir hatten große Erwartungen an dieses hochpreisige Paella-Restaurant, wurden jedoch leider in vielerlei Hinsicht enttäuscht. Schon der Beginn unserer Ankunft verlief holprig: Obwohl wir pünktlich zur reservierten Zeit erschienen, war das Restaurant noch nicht geöffnet. Man ließ uns schließlich herein, während noch letzte Vorbereitungen liefen – ein Empfang, der alles andere als herzlich wirkte.
Statt einladender Gerüche aus der Küche empfing uns ein intensiver, süßlich-parfümierter Raumduft. Eine erste Irritation in einem Lokal, das mit authentischer Küche wirbt.
Die klassische valencianische Paella, auf die wir uns besonders gefreut hatten, war leider nur auf Vorbestellung erhältlich, uns wurde stattdessen die Paella de Marisco empfohlen.
Vorab wurde uns Brot mit Aioli serviert – die Aioli hatten wir bestellt, das “Pan con tomate rallado” kam ohne Ankündigung und wurde extra berechnet. Geschmacklich in Ordnung, aber das Vorgehen wenig transparent.
Positiv hervorheben möchten wir die Vorspeise “Tomate Raff”, deren Geschmack wirklich überzeugte.
Die Paella jedoch war eine herbe Enttäuschung: Auf einer Seite, wie auch auf dem Foto zu sehen übermäßig viel Sud und dadurch salzig und insgesamt bitter statt der erwarteten Röstaromen. Der Service bemerkte unsere Irritation, doch blieb eine Reaktion trotz der Kritik darauf völlig aus. Der Kellner nickte lediglich und verschwand. Auch die zweite Servicekraft, die unsere Paella, die wir nicht aufessen konnten abräumte, reagierte auf unsere Rückmeldung lediglich mit einem knappen „Ich verstehe“ und verschwand ebenfalls.
Keine Entschuldigung, kein kulantes Entgegenkommen, kein weiterer Kommentar. Stattdessen wurde uns kommentarlos die Rechnung präsentiert. Beim Verlassen des Lokals wurden wir nicht verabschiedet.
Für zwei Gläser Wein und Bier, Brot mit Aioli, Tomate raff und eine enttäuschende Paella mit sechs einfachen Gambas zahlten wir 115 Euro. Ein Betrag, der in keinem Verhältnis zur gebotenen Qualität und zum Service steht.
Man könnte meinen, man hält uns für Touristen, die keine Ahnung von echter Paella haben. Doch unsere Geschmackssinne trügen uns nicht – dieses Essen war...
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