Este restaurante es de 1a calidad y lujoso. Tiene una cava de vinos impresionante y en el menú, junto al platillo que ofrecen el somelier ha indicado el vino adecuado para lograr un buen maridaje en la comida y bebida. La vajilla es impecable y fina, hecha en Francia. Los capitanes y meseros visten bien y son extremadamente amables. El ambiente en general es muy placentero. Mientras esperaba unos 20 minutos, sirvieron en la mesa raciones de grissini, pan con salami y mantequilla; y una pequeña fuente con aceitunas verdes rellenas y negras kalamata. Pedimos una entrada de carpaccio de carne (solomillo) aderezada con trufas, aceite, limón y queso parmesano reggiano. Una verdadera delicia! Siendo mi primera visita, debi pedir el plato insignia del lugar, el Fetuccini Alfredo. El tiempo de espera fue de unos 20 minutos, que pasaron veloces. Llego el mesero con una mesa rodante y en ella mezcló durante unos 3 minutos, el queso parmesano con el fetuccini, que estaba sobre una bandeja caliente, en movimientos suaves, envolventes; y luego nos sirvió la pasta. El punto de cocción de esta era perfecto! Y la salsa formada por el queso tenía una cremosidad excelente. El sabor tenía tonos ligeramente acidos (de lacteos) y al fondo el suave toque amargo, pero delicioso, del reggiano. El vino sugerido Chardonnay casaba bien con esos sabores. Fue una experiencia única y sorprendente. El postre fue otro regalo gourmet: Tiramisú de 1er nivel. Sabor equilibrado entre el café, chocolate, queso mascarpone... excelente aroma y sabor, redondeado con un pequeño café macchiato ! Wow.. que delicia! Al final, nos obsequiaron chocolates y dulces de menta de la casa. Recomiendo este restaurante absolutamente, a quienes deseen disfrutar de una excelente comida en un gran ambiente!