Venir acá siempre fue un premio cuando me tocaba hacer diligencias por esta zona. Buena comida, chicha de jora heladita y cumbia a todo volumen era la combinación perfecta que me trasladaba en un toque a aquellas picanterías que solía visitar cuando era adolescente.
Hoy en día me produce cierta pena observar que aquel local que siempre estaba lleno hoy luzca vacío a pesar de que haya hecho la visita un sábado a la 1 pm. Claro está que presuntamente uno de los motivos es debido a experiencias similares como que la que me tocó pasar en esta última visita.
Comenzamos con unas tortitas acevichadas, debido a que las “clásicas” ya no venían con el pocillo de leche de tigre de cortesía para mojarlas (según el mozo), lo cual me incomodó un poco, pero lo dejé pasar. En fin, el pescado se notaba que era congelado, lo cual distraía respecto a lo exquisitas que estaban las tortitas. Muy buena sazón y fritura, lo cual hizo que me arrepienta de que haya pedido su versión acevichada.
Luego pasamos a probar el arroz meloso de mariscos, el cual notamos que meloso solo era un eufemismo para evitar decir que ya no lograban es punto perfecto. Recibí un intento de aguadito con una base de aderezo mal condimentado, donde lo único rescatable fueron los trocitos de pulpo que fueron agregados con muy buena textura, lo cual me hacían creer hasta ese momento que tal vez fue un “mal día del cocinero”. Digo eso, porque la chicha de jora era lo mejor del día. Buena temperatura, excelente punto de acidez y dulzor. Algo que estaba “carreando” la visita desde el inicio.
Para TERMINAR, y lo escribo en mayúsculas porque mi pareja casi termina conmigo por llevarle a ese lugar, pedimos una porción de chicharrón mixto, el cual al sabor del empanizado tenía un alto gusto a moho. Algo muy usual en cocinas que tratan de reutilizar fervientemente los ingredientes. Lo más frustrante de esta situación fue la respuesta que recibí del mozo, fue que el pescado era tilapia y que era “normal” tener un retrogusto a tierra.
Al final, enfadado, solicité que venga a mi mesa el cocinero, pero fue en vano, lo cual generó que la tarde sea echada a perder, creo que al mismo nivel de la harina.
Intenté convencerme que esto pudo haber sido un mal día, pero los errores son de aquellos que te hacen pensar lo contrario.
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