El local en sí no atrae a grandes masas de comensales debido a su localización subterránea. El ambiente previo a la entrada al "Restaurante" es similar a El Bronx de los EE.UU, tanto te pueden servir un plato como una puñalada. Una vez llegas al sitio en cuestión, te podrás percatar de que no es un lugar muy concurrido, ya que a las 14:00 de la tarde es común ver a gente comiendo, aunque este no es el caso.
Continuando con el ambiente, que es lo más destacable del establecimiento, cabe mencionar el efecto discoteca que se siente al consumir en el restaurante. La iluminación es muy similar a la de una película de terror, donde la constancia de la iluminación es nula. Mi grupo y yo nos encontramos comiendo con una luz similar a la de un intermitente, a diferencia de que el intermitente no es la luz principal del coche, pero parece que la de este restaurante si.
A la hora de analizar el menú que se nos sirvió, cabe destacar que los platos servidos tenían una calidad inexistente.
Como primer plato recibimos dos quesadillas, que como ya venía avisando el ambiente, no vinieron en las mejores condiciones, debido a que la masa estaba más cruda que una pizza de congelador.
De segundo plato nos tocó comer unas cuatro albóndigas, aparentemente vivas y con olor a vaca, acompañadas con salsa de tomate que probablemente sea la del Mercadona. Para acompañar esta delicia se nos añadió en el plato la increíble cantidade de entre 15 y 18 patatas, una cantidad REBOSANTE.
Lo más increíble de todo el acontecimiento está en el postre, que a diferencia de las comidas, era lo único comestible sin consecuencias digestivas. El único inconveniente a mencionar de las natillas fue el hecho de que no eran natilla, porque las natillas son densas, pero estas parecían un licuado.
En conclusión, he de advertir a los próximos clientes que antes de comer aquí preparen un buen seguro médico y llamen a la ambulancia. Por último, recomiendo al dueño/a del restaurante que si lee esta reseña se cuestione si es buena idea arreglar el alumbrado y...
Read moreAntes de todo: yo he pasado los primeros 20 años de mi vida viviendo en la zona sur de Alemania. Entiendo que un restaurante alemán en el extranjero dificilmente podrá competir con los restaurantes auténticos de la misma Alemania.
A pesar de esto, salí bastante descontento del restaurante Krüger.
Empecemos por lo positivo: el servicio fue muy amable y el local es acogedor y bien decorado. El tamaño de las porciones es abundante.
Ahora bien, no puedo evitar hacer varias criticas:
Pedimos como entrante (que en Alemania jamás se sirve como entrante, pero bueno) unos Kässpätzle (Pasta con queso). El plato estaba mal elaborado. Nos sirvieron una pasta nadando en litros de nata con queso gratinado encima - el plato estrella de mi región ha quedado desvirtuado, desafortunadamente. Cuando le mandé una foto a mi madre, me preguntó si eso era una Carbonara. No ha llegado a reconocer el plato. Por favor, que se revise esta receta.
El Brezel (otro entrante... pero nos lo trajeron al final, después de acabar ya el plato principal) sabía muy amargo (deduzco que le faltaba tiempo de horneación) y como consecuencia el parecido con un Brezel alemán fue algo lejano.
Había bastante tardanza y, como comentado anteriormente, nos trajeron uno de los entrantes tras terminar ya el plato principal
Los otros dos platos estaban correctos - nada espectacular, pero correctos.
Para el Schnitzel hubiera sido correcto que viniese con un limón y normalmente se suele ofrecer Ketchup o mayonesa - pero este detalle lo podría haber obviado si todo lo demás hubiera estado en condiciones.
Es un restaurante que quizás puede satisfacer las necesidades de un público que no tiene conocimientos sobre la gastronomía alemana.
Pero cualquiera que la conozca, no saldrá satisfecho de este local.
Siento tener que dejar una reseña negativa, pero como alemán me...
Read moreRecientemente visitamos este establecimiento con la esperanza de encontrar la auténtica cocina alemana que tanto apreciamos, habiendo tenido la oportunidad de probarla en su país de origen. Lamentablemente, nuestra visita resultó ser una mezcla de aciertos y desilusiones significativas.
Comenzando por lo positivo, el codillo que uno de nosotros pidió estaba realmente bueno y cumplió con las expectativas. Sin embargo, la experiencia tomó un giro inesperado con el schnitzel. Dos de nosotros pedimos la versión de ternera y, para nuestra sorpresa, nos sirvieron cerdo. Para colmo, el corte era excesivamente fino y el tamaño notablemente más pequeño de lo que uno esperaría para un plato tan icónico.
Pero la mayor decepción llegó con la tabla de patatas con salsas. En la carta se anunciaba como patatas "caseras", lo cual nos ilusionó. Sin embargo, lo que llegó a la mesa eran, sin tapujos, las mismas patatas fritas congeladas que uno esperaría encontrar en cualquier cadena de comida rápida, al estilo de un Burger King. Nos cuesta entender cómo un restaurante que se precia de ofrecer comida de calidad no sea capaz de realizar una tarea tan sencilla como pelar y cortar patatas frescas. Este detalle, en particular, dice mucho sobre la atención al detalle y el compromiso con la calidad en la cocina.
La cerveza, eso sí, estaba muy buena y fue un punto a favor.
En resumen, aunque hay elementos rescatables, la falta de autenticidad en platos clave como el schnitzel y la inaceptable presentación de las patatas "caseras" dejaron un sabor amargo. Esperamos que el restaurante tome estas críticas de forma constructiva para mejorar la calidad y la fidelidad de sus platos, ya que el potencial para ofrecer una verdadera experiencia alemana está ahí, solo necesita ser...
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