Se nos recibió con buñuelos de verdura acompañados de una salsa de ajo y una canasta de panes con su respectiva manteca de finas hierbas, todo muy fresco y rico. Los sorrentinos de cordero braseado con manteca y finas hierbas son exquisitos, es un plato llenador y muy bien servido. Probamos también los agnolottis alla Carusso y el rissoto cuatro quesos riquísimos ambos platos, super recomendados. Todas fueron porciones grandes y realmente llenadoras. 10/10. Acompañamos la cena con jugo de naranja y limonada muy refrescantes. De postre elegimos el querido tiramisú y el volcán de chocolate, muy buenos los dos. La atención del personal fue exclente en todos los aspectos y el local nos encantó, es bien hogareño/familiar/bar de antes, donde te vas a encontrar con una iluminación perfecta, una música de fondo sutil que realmente acompaña a la experiencia y una decoración que a nuestro entender hacia referencia a las tejas de una casa. En resumen, es una joyita escondida por el centro a donde vamos a tener que volver para probar el resto de sus platos.