Sr. Administrador Acabo del volver del parque Juan Pablo II. Vamos regularmente a misa en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, con mi esposa que padece de cáncer y que hoy no se sentía bien. Terminada la misa, me pidió que la acompañe a pasear al parque, a diferencia de ella yo no disfruto del sol y preferí quedarme sentado en un escaño mirando mi celular sin ningún interés en particular. De pronto dos perros, uno de ellos de tamaño considerable, de color blanco y otro café, de pelo corto y menos corpulento llegaron a pelearse entre mis piernas, ambos perros portaban collar y correas, pero sus dueños tardaron bastante en llegar a sacármelos de encima. A los perros no les hice nada de nada, ni siquiera los golpeé, que perfectamente pude haberlo hecho. Me paré e increpé a ambos dueños por sus responsabilidades. El dueño del perro blanco, con acento extranjero, me gritó que debía disculparlo cuando le dije que su responsabilidad era mantener a su perro con la correa. Mientras la dueña del perro café me gritaba que qué hacía yo en el parque que si no era acaso consciente que ese es un lugar para perros. Les dije a los gritos, que ellos tenían una responsabilidad con sus perros y con los demás visitantes del parque. Volví al mismo escaño en que estaba a sentarme y un hombre de pelo cano, que se acercó prepotentemente diciendo que él es juez, vino a hostigarme cuando yo ya me había sentado nuevamente, no dejaba de hablarme por más que le pedí que me dejara tranquilo, como no quiso dejar de molestarme, me paré y comencé a caminar buscando a mi esposa con la mirada, mientras ellos seguían gritándome y poniéndose a mi paso. Se sumó una mujer que empujaba un coche y que llevaba también un perro, este sin correa ni collar que me gritaba “amargado”, a ella no la había visto antes. El hombre del pelo blanco dijo que yo le faltaba al respeto porque en algún momento le llamé “tú”, en ese momento la dueña del perro café sacó su celular y comenzó a grabarme. El hombre de pelo blanco seguía hablándome y le dije … “estos supuestos amantes de los perros me obligan a mi a aceptar sus irresponsabilidades, como las cacas con las cuales debo convivir cada vez que salgo a caminar”, la dueña del perro café seguía gritándome que me fuera que yo no debía estar allí … la mujer del coche gritaba a voz en cuello amargado. Caminé unos 20 metros hasta otro escaño en donde me senté mientras seguía oyendo los gritos desenfrenados de ambas mujeres y el mascullar de frases de supuesto juez y el dueño del perro blanco. Comencé a llamar a mi esposa para irnos de ese lugar, pero ella no me respondió, le hice tres llamados y comencé a desandar el camino por el que vine para irme a un lugar más tranquilo, los agresores se habían ido. Un par de minutos más tarde apareció mi esposa y nos vinimos. ¿Desde cuándo los espacios públicos son de uso exclusivo de los supuestos amantes de los perros?, ¿desde cuándo está prohibido que las personas paseen o simplemente se sienten en los escaños de un parque?, ¿desde cuándo un juez de la república se presta para un matonaje de este tipo?, ¿desde cuándo es señor juez se siente en condición de hostigar a un ciudadano simplemente por estar sentado en un escaño de un parque?