Éramos 3. La única manera de llegar es en coche. Aparcamiento generoso y más a la hora que fuimos nosotros (21:00). Si no se conoce la zona, mejor hacer caso de las indicaciones que ellos mismos te dan.
Por fuera, el restaurante era un velo negro que cubría toda la fachada e incluso la puerta. Solamente sabías que era ahí por su letrero luminoso.
Entrando en el restaurante, se accede a la “sala más convencional”. Digo esto porque hay 3 espacios que conforman esta experiencia culinaria. El primero es esa sala “convencional” que llaman “Geoda Verde”. La decoración tiene una personalidad increíble, con un gusto muy bueno por las texturas tanto en el techo como en suelo y paredes. Iluminación muy buena y aislamiento de la calle también (sientes el espacio como algo único).
El siguiente “stage” es una especie de “barra” (Cocoon Lab) donde hay dos chefs, entre ellos Pablo Montoro, cocinando para ti los platos que comerás en ese espacio. Todo muy blanco y pulcro. Con los utensilios justos para cocinarte ese par de platos que degustarás. No es la cocina, ojo.
Y para terminar, la terraza (Hi Line). Con decoración minimalista y un par de mesas para comensales, con taburetes altos. Al final de la terraza, subiendo unas escaleras (como si del monte Olimpo se tratara), está la cocina, siempre bien acristalada para que los comensales vean lo que hay detrás.
La experiencia gastronómica comienza justo en la terraza, con un trío de snacks muy ligeros y con una gran carga técnica y de factor sorpresa (uno de los snacks tiene una puesta en escena mágica). Decir que estos snacks, viendo el nivel general de la cena, para mi gusto eran los más “flojos”. En el sentido de impacto de sabor y de sensación al terminar de comerlos. Aún así, muy buenos y recomendado sobre todo el nori de helado de anguila.
Comenzamos tomando un vermut que rematamos cuando pasamos a la sala de la barra (Cocoon Lab). Y fue ahí donde nos dejamos aconsejar por el sommelier del restaurante (muy cercano y acertado, por cierto, como todo el equipo) y pedimos una botella de Albariño que nos acompañaría toda la noche.
En la barra, dos platos: un crepe de boletus y trufa que me generó la misma sensación de “le falta algo” que los snacks; y un carabinero en mantequilla de bacon y emulsión de ostra que era como llegar al cielo (¡QUÉ SABOR!). Este último fue uno de los platos de la noche (entre tantos). En este espacio, Pablo mantiene un trato muy cercano que se agradece siempre.
Ya pasamos a la sala convencional de mesa y silla (Geoda Verde). A partir de aquí se confirmó lo que llevábamos desde la terraza presagiando: esto es un festival y aquí se viene a disfrutar y pasárselo bien.
El primer plato fue una sopa fría de melón con jamón. Buen plato, aunque creo que, como los snacks, le faltaba ese “punch” de sabor.
Luego vino el que para mis amigos fue EL plato de la noche: cebada perlada cremosa con pulpo asado en sake. Otro pie en el cielo. Y ya van dos. Suave, cremoso, sabor, textura, puesta en escena. Platazo.
A continuación viene el que para mí fue el plato de la noche (por llevar un poco la contraria a los amigos, ya que todos eran magníficos): helado de queso de cabra con vinagreta de albahaca y macadamia. Es-pec-ta-cu-lar el helado de queso de cabra, con unos trozos de higos y granadas (unos casi fuera de temporada y otras entrando) y, de nuevo, una puesta en escena sin igual con una lechuga hidropónica. De verdad, para mí fue de las mejores experiencias con un plato que jamás he tenido (combinando sabor, texturas, técnica y presentación). Si vas lo entenderás.
Luego una costilla de vaca rubia a baja temperatura con parmentier de apio nabo y jugo de foie con colmenillas, que era para ponerle un templo también.
Postre y petit four geniales.
El servicio impecable, simpático, curioso, atento, agradable, personal. Chapó. Gracias chicas y chicos. Sois geniales.
Un lujo tener este restaurante cerca.
Fue nuestra primera experiencia gastro del grupo de amigos (ahora que hemos terminado la carrera y trabajamos, ahorramos para ello).
Sin duda...
Read moreMontoro exemplifies sophisticated dining with its use of local ingredients and subtle Asian influences in some of its dishes. This approach not only impresses the palate but also stimulates the senses. Providing a full review of the restaurant would be unfair to future guests, as many preparations must be experienced personally, and part of the magic lies in the surprise of not knowing what will come next. Nonetheless, each dish feels perfectly balanced and in harmony with the overall experience.
In a dynamic setting, the style of preparation adapts to the mood of each room, to which one is moved, with a strong presence of the Alicante region's flavors evident throughout the menu. Additionally, the restaurant offers a final surprise: innovative, sense-stimulating cocktails that add a sweet note to an extraordinary...
Read moreWhilst I appreciate the diverse culinary landscape, my recent dining experience fell short of expectations. Me and my partner visited Spain for its wonderful places, people and food. We regularly visit Michelin Star restaurants and we were curious about this space as we read somewhere that is aiming for a Michelin star (not yet granted, though). Flavours were not well balanced. Most of them were extremely salty to the extent of not being able to find any other flavours. The quality of the ingredients I would said fair or average, but far from exceptional. The servings were really scarce. Overall, the experience did not justify...
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