The Iglesia y Convento de las Capuchinas is a notable convent and church in Antigua Guatemala, Guatemala. It is one of the finest examples of an 18th-century convent in Guatemala. It was consecrated in 1736 but like the rest of the city suffered damage during the 1751 and 1773 earthquakes respectively, and was abandoned by order of the Captain General at the time. HistoryEdit
The building complex, originally called "Convento e Iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza" -Convent and Church of Our Lady of Zaragoza-, was approved by king Felipe V in 1725 just when the Order of Capuchins arrived to Santiago de los Caballeros.[2]Construction started on 1731 and was blessed on 1736 under Diego de Porres supervision; in fact, it was the last convent to be built in the city, and the first one that stopped asking for a donation to the new nuns, allowing then poor ladies to embrace religious life.
Daily routine for the nuns was ruled by strict regulations which include for some the maximum discipline on poverty, penance and fasting; also, they should survive on the tithing only; nevertheless, since the arrival of this convent there were two kinds of nuns in Santiago de los Caballeros: discalced and urban.
Location in Antigua Guatemala
General informationStatusPaid accessArchitectural styleSpanish seismic baroqueLocationAntigua Guatemala, GuatemalaCoordinates14°33′35″N90°43′53″WConstruction started1731Completed1736Destroyed
1751 earthquake
Santa Marta earthquake in 1773
1917 Guatemala earthquake
1976 Guatemala earthquake
OwnerConsejo Nacional Para la Protección de La Antigua GuatemalaDesign and construction Architect...
Read moreLa construcción, llamada originalmente «Convento e Iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza», fue aprobada por Felipe V en 1725 justo a la llegada de la Orden de Clarisas Capuchinas a la población.[1] La obra fue iniciada en 1731 y consagrada el año de 1736 bajo la supervisión de Diego de Porres; de hecho, fue el último convento fundado de la urbe y el primero que abandonó el hábito de exigir dote para las nuevas internas, circunstancia que había impedido a jóvenes de escasos recursos acoger la vida religiosa.[2]
La rutina diaria de las profesas estaba regida por una estricta reglamentación que incluía las reglas máximas de pobreza, penitencia y ayuno; asimismo, debían subsistir de las limosnas proveídas por los fieles. Ahora bien, desde la formación de este convento, hubo dos tipos de monjas en los conventos de Santiago de los Caballeros:[3]
Atributo Monjas descalzas Monjas urbanistas Denominación Recoletas o de vida común. Calzadas o de vida particular. Costo de ingreso Ninguno Dote en especie o una propiedad que produjera réditos para la congregación. Tipo de vida De clausura De clausura Rezo En el coro. En el coro. Regla de austeridad Estricta: dependían de la limosna, guardaban silencio en todo momento, excepto para rezar y nunca tomaban chocolate.[Nota 1] Relajada: podían tener ingresos y beber chocolate, excepto durante el ayuno. Habitaciones Vida en común en salas de recreación de labores. Poseían una celca minúscula que sólo les servía para dormir. Sin vida en común. Vivían en una celda grande que era prácticamente una casa de reducidas dimensiones. Alimentación Comían juntas en silencio en refectorios. No podían comer carne. Preparaban sus propios alimentos. Les estaba permitido comer carne fuera del ayuno. Servicio Realizaban las labores, o se servían del servicio comunitario de la congregación Podían tener sirvientes personales. Vestimenta Ropas austeras de fibras rústicas. Ropajes finos; solían utilizar joyas. Calzado Sandalias sencillas[Nota 2] Zapatos o zapatillas. Atribuciones especiales Ninguna. Maestras de las niñas encargadas al convento. Tras el terremoto de Santa Marta Editar Véase también: Terremoto de Santa Marta En 1773, a raíz de los terremotos de Santa Marta, y aunque el convento no fue del todo afectado, sus bienes fueron trasladados a la nueva Guatemala de la Asunción. Con la propiedad en abandono, fue autorizada su venta en 1813 por el Arzobispo. De ahí en adelante las instalaciones se destinaron para varios usos, pues en su patio fue secado café y además funcionó una tintorería.
Siglo XX Editar
Ruinas abandonadas del convento de Capuchinas en 1916. Fotografía de Arnold Genthe.
Estructura circular de celdas en el convento de Capuchinas, todavía en buen estado en 1916, tal y como describiera el príncipe Guillermo de Suecia en 1920.[4]. Fotografía de Arnold Genthe.
Una familia de escasos recursos viviendo en las ruinas de Capuchinas, como lo relatara el príncipe Guillermo de Suecia en 1920.[5]. Fotografía de Arnold Genthe. En abril de 1920, durante los últimos días del gobierno del licenciado Manuel Estrada Cabrera, el príncipe Guillermo de Suecia visitó Antigua Guatemala y escribió sus impresiones en su libro Between two continents (Entre dos continentes).[4] Su libro es una objetiva descripción de la condición en que estaba la ciudad y el deplorable estado del camino entre Ciudad de Guatemala y Antigua: «por un tramo corto al salir de la Ciudad de Guatemala el camino estaba en condiciones aceptables, pero luego se empezaban a ver pequeñas dunas y posteriormente riachuelos que cruzaban el camino, pequeños barrancos y derrumbes, ya que hacía dos años que el área había sido golpeada por el poderoso Terremoto de 1917 y la corrupción del gobierno impidió que hubiese recuperación alguna».[6] Conforme se avanzaba hacia Antigua las montañas se hacían más y más empinadas y las rocas más pronunciadas; además encima del camino había una capa de polvo de uno sesenta centímetros de alto, que disimulaba los baches, pero no eliminaba sus efectos en la estructura del...
Read moreThe Convento de las Capuchinas is an interesting, beautiful and well-preserved historic convent to explore in Antigua featuring pretty colonial architecture. Like many of the other churches and convents in the city, this one is also in ruins as it was severely damaged in the major earthquakes of the late 1700's.
Inside, there were lovely lush gardens, a beautiful central courtyard with a fountain, large trees and flowers growing along the sides of the walls and impressive ruins to explore including rooms, staircases and hallways. There were great views of the ruins and courtyard from the second floor of the convent as well! I enjoyed being one of the few people inside the convent during my visit while discovering the staircases and hallways lined with beautiful columns, arches and pillars and finding other interesting and hidden nooks and crannies. It was a fantastic place for photography and the atmosphere was so peaceful.
If you're a history buff and are interested in colonial architecture, I would definitely recommend checking this place out.
Review based on my experience visiting in...
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