hacia las 14:30 ya no tenía muchos clientes, pero la camarera nos subió al piso de arriba. Nos dirigía a una mesa pero yo me acerqué a otra que daba a la barandilla donde se veía el piso de abajo y a la amplia cristalera junto a la puerta principal por donde entraba abundante luz solar. Ella nos dijo que estaba reservada pero que si acabábamos antes de dos horas podíamos cogerla. Lógicamente asentimos porque no nos íbamos a estar allí toda la tarde. Este restaurante si tenía mantel de tela pero las servilletas eran de papel ofrecidas en un servilletero, todo de blanco. Estábamos muy cómodos, casi solos en el piso superior y con abundante luz natural para comer bien agusto. Nos trajo el menú donde encontramos los “perogis”, una especie de empanadilla, una pasta rellena de diferentes fórmulas culinarias, y que habíamos pedido la primera y segunda noche pero no tenían. Así que había llegado el momento de probar este típico plato de la cocina polaca. Antes de que nos decidiéramos por los platos de la carta nos trajo una bandeja con panes y queso para untar más una botella de aceite de oliva extra virgen de España, pero no vi bien la localidad de procedencia. También iba acompañada de una botella de vinagre balsámico de Módena. Supongo que en Polonia será un manjar probar el aceite “puro” de oliva, pero nosotros ya estamos acostumbrados, como debe ser. Por lo menos el oro verde estaba bien etiquetado con su procedencia a pesar de que existe el mito de que los italianos se hacen con todo nuestro aceite de oliva para comercializarlo con sus marcas. Antonio quiso probar la sopa zurek que se perdió la primera noche, y le gustó mucho porque no estaba atiborrada de pimienta para adormecerte el paladar, hasta se comió parte del pal duro que soporta la sopa caliente. Montse pidió “queso de oveja polaco servido a la plancha con jalea de arándano” según copio y pego del inglés del menú en Google translator. También le gustó aunque sin mucho entusiasmo. Yo me decidí por “Crepe de papa servida con crema agria y salmón ahumado” según el mismo traductor en línea. Estaba bueno pero era más la patata dorada y frita envuelta en pan y huevo lo que llenaba el plato que las débiles tiras de salmón ahumado que lo adornaban, más el rastro de la salsa que se estiraba por el negro plato. Me decepcionó bastante porque ese no es alimento para un turista que gasta energía constantemente sino para alguien que no tiene hambre. Como segundo plato queríamos lo perogis para compartir pero aquí surgió la duda, y menos mal que acertamos porque o la camarera no nos entendió bien o nosotros a ella porque había dos tipos de platos con esta especialidad polaca. El primero era “empanadillas rellenas de diferentes rellenos para mínimo 2 personas”. Nos dijo que eran 27 piezas, que para 3 personas, salíamos a 9 cada una. La segunda oferta de perogis era “empanadillas rellenas de ternera, cubiertas con mantequilla y salvia”. Cada plato con 8 piezas, por lo que pedimos dos platos. Acertamos porque aunque estaban muy buenas no pudimos acabar con las 16 sino que dejamos 2 en el plato. Yo comí bastantes porque tenía hambre por el esfuerzo de acarrear todo el equipo fotográfico y porque ya habían pasado bastantes horas desde que desayunamos. Vamos con los postres porque estaban muy buenos. Montse y yo pedimos un sorbete con vodka para degustar el sabor de esta bebida local. Se llama “cytrynowka”, que viene a significar en polaco algo así “como de limón”. Consistía en dos bolas de helado, una de mango y otra de fresa, en una copa con un poquito de vodka al fondo, y adornado con unas hojas de yerbabuena y un tomatito cherry. No dejé en la copa ni los adornos porque me lo comí con mucho gusto y placer, aunque el licor no fuese para satisfacer ni a una mosca. Antonio solicitó el pastel de queso con chocolate, que nos hizo pensar que había resultado ganador en la elección de postre. Poco después nos levantamos para pedir la cuenta, que consistió en la módica cantidad de 213 zln, que son unos 57 €, que para tres personas no...
Read moreA Truly Unforgettable Experience – Thanks to Dennis!
We stumbled across Wesele Restaurant on the evening of July 25th around 7pm, feeling hungry and eager to try some traditional Polish food. What we found was so much more than just a meal — it was an experience, thanks entirely to Dennis, whose service was nothing short of outstanding.
From the moment we arrived, Dennis made us feel incredibly welcome. He couldn’t do enough for us — attentive, friendly, and genuinely passionate about both the food and the history of the place. Not only did he walk us through the menu with great recommendations (which were spot on), but he also gave us a full tour of the building, explaining its unique history and charm. It truly elevated the entire evening.
Denis was also really informative about my dietary requirements for my coeliac!
Dennis even went the extra mile by recommending other fantastic local restaurants, showing he cared about our whole trip, not just our time at Wesele.
It’s rare to come across service that feels so personal and genuine. Dennis went above and beyond in every way, and we are so grateful. If you’re in Kraków and want a warm, authentic Polish dining experience, Wesele is a must — and if you’re lucky enough to be served by Dennis,...
Read moreOutstanding Polish Cuisine and Warm Service at Wesele
We had an exceptional dining experience at Wesele, perfectly located on Kraków’s main square. The setting blends traditional Polish charm with refined service, and the food delivers on every front.
Highlights included the beef stew, rich and slow-cooked with a velvety sauce and topped with sour cream and fresh herbs; the veal schnitzel, crisp and golden with a light cabbage slaw; and the cutlet over creamy mashed potatoes, garnished generously with fresh herbs. The ribs were superb — glazed, sticky, and falling off the bone. We finished with a visually stunning dessert of poppy seed cream, pomegranate, and spun sugar — both playful and delicious.
Special mention goes to Kate, our waitress, whose friendly and attentive service added to the warmth of the evening. She was knowledgeable, efficient, and genuinely welcoming — the kind of hospitality that elevates a great meal into a memorable one.
Highly recommended for anyone looking to experience classic Polish cuisine done right, with heart and...
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