Si quieren tener una lluvia de anecdotas sobre cumpleaños PENOSOS y DESASTROSOS, no puedo dejar de recomendar este lugar. Eramos un grupo numeroso (20+) que tenía una reserva, pero cuando llegué me llamaron la atención dos cosas: la falta de sillas suficientes en las cuatro mesas redondas que nos habían asignado, y la naturaleza pasillezca del lugar. Ya de por si, nos dimos cuenta de que alguien iba a estar incómodo de más porque se iba a tener que sentar justo donde está uno de los pasillos por los que los mozos salen. Esa pobre persona terminé siendo yo.
En un momento, como físicamente no entraban más personas sin añadir una mesa, trajeron una de esas tipo para balcón. Para incrustarla, tuvimos que casi pegarnos los que estabamos en una punta con la mesa que teníamos atrás. El pasillito (y una pobre chica de la mesa de atrás) quedo bloqueado. La encargada me dijo que los mozos iban a pasar por otro lado. Ok, quedaré como una basura, pero al menos no me voy a tener que mover más casi, ¿no? Pobre ilusa, claro que me tuve que seguir moviendo, ya que los mozos con bandejas llenas de tragos preferían intentar pasar por atrás mío que hacer cualquier otra cosa, será un juego que tendrán ahí, no sé. Algunas invitadas tuvieron que sentarse en la barra, pero unos amigos se fueron y entre que pasábamos la data de que habían sillas disponibles, yo decidí moverme para no estar más en el pasillito, ya que es bastante molesto estar moviéndote cada dos por tres. Debe haber sido mi segunda mejor decisión de la noche, porque parece que a un mozo se le cayó un vaso con hielos encima de mi campera, que dejé en mi lugar original. Los mozos no dijeron nada, solo estaba mi campera, triste y mojada, que sequé con una servilleta milagrosa. Lo gracioso es que, si yo no me hubiera movido, seguramente el hielo me hubiera caído en la cabeza.
Mientras iban llegando el resto de los invitados, todos nos preguntábamos cuándo exactamente iban a llegar las pizzas que habíamos incluido con la reserva. Después de esperar como una hora, finalmente, trajeron tres pizzas. Tres pizzas, sí. Si un lugar promociona pizza libre, uno no espera una catarata de pizza, porque no es realista, así que la sequía de pizza fue algo que nos subvirtió las expectativas. No se si habrá sido la onda del bar, como para hacerse los distintos.
Si se están preguntando sobre las bebidas, quiero que sepan que nosotros teníamos esa misma incógnita. Nunca nos habían venido a tomar el pedido por las bebidas. La estrategia más simple, la primera del libro, es darle al cliente la bebida mientras viene la comida para que vaya tomando y que pida más para cuando llegue. Acá, de vuelta, nos sorprendieron con unas bebidas que tardaron un tiempo cómico, ya que varias eran latas de coca. ¿Las habrán ido a buscar a la fábrica? No lo sabremos nunca. A todo esto, cuando le preguntamos a la encargada sobre nuestras bebidas, dio la respuesta más nula de significado que debe existir. Ah, y de vasos ni hablemos.
Servilletas... servilletas... ¿Habían? Sí, como 6 supongo. Cuatro mesas, dos con servilletas (6). Si hubieran brindado platos no hubiera sido tan grave, lástima que evidentemente platos no vimos ninguno. Después de que trajeran algunas otras pizzas, eventualmente las servilletas estaban completamente inutilizables, y tampoco podía usar las carilinas que tenía en mi campera porque, de vuelta, como no habían servilletas ya, mis manos estaban sucias.
Sin duda, mi mejor decisión fue irme. Subieron la música para volverlo semi-boliche, pero no movieron ninguna mesa ni silla, por lo que el pasillito terminó siendo aún menos que eso. Pasando entre la gente para despedirme, lo único que pensaba era: pobre la cumpleañera, y que...
Read moreFesteje mi cumpleaños el 04/05. Con una semana de anticipacion, pregunte absolutamente todo (tema de comida, tiempo que podiamos estar en la mesa antes de que comenzara el boliche, cuanto tiempo se daba a los invitados para llegar,etc). Unos dias antes de que fuera mi festejo, informé que habiamos optado por el menu de pizza con birra libre x 2 h a $12.500. Al momento de llegar al bar, la moza me pregunta si queriamos ir pidiendo, a lo que le informo que habia optado por el menu libre y que ya habia sido especificado. Cuestion: nadie en el lugar sabia nada porque no habian recibido las informaciones por parte de las “reservas”. La manager despachó el servicio basicamente 1 h despues que la reserva estaba marcada; y tuvieron una demora grandisima en despachar pizzas a la mesa. Sin mencionar que todas eran de muzarella, y que yo sepa, cuando se habla de pizza libre, son pizzas de diferentes gustos…
Lo mismo con la cerveza, nadie nos preguntaba si queriamos empezar a tomar o no. Basicamente tuvimos que ser nosotros a pedir todo, todo el tiempo.
Mas alla de eso, fui informandoles durante la semana cuando las personas me avisaban que se bajaban del evento, para no perjudicarlos y dejarlos de clavo con mesas y sillas que no ibamos a necesitar. Lo peor? Es que al llegar, no teniamos una mesa que era supuesto tener e algunos invitados tuvieron que esperar hasta que les trajeran sillas…
Ademas, nadie nos informó que para pedir la torta de cumpleaños que ellos ofrecen, era hasta las 12 de la noche. La pedi tipo 12:30, a lo que la moza me dijo que se iba a demorar un poco porque la cocina ya estaba cerrada y los funcionarios se estaban quejando de que el horario para pedirla ya habia pasado (si nadie informa, dificil que uno sepa hasta que hora puede pedirla).
El “boliche” comenzo y nosotros ni habiamos cantado el feliz cumpleaños. Practicamente nos empezaron a llevar todo de las mesas con muy malos modales hasta que me tuve que poner firme y decirle a la persona que por favor dejara la mesa que todavia mis invitados no habian ni comido la torta.
Al momento de la cuenta, la moza me pide mi DNI para “las promociones de cumpleaños”, a lo que tuve que preguntarle a otra moza donde era que la chica se habia ido con mi documento porque demoró muchisimo tiempo en volver. Nos trae la cuenta y me dice que me pide perdon pero que no habia ninguna promocion del 10% en el menu de pizza libre (a lo que yo ya sabia porque me lo habian dicho al momento de preguntar sobre que ofrecian como restaurante para festejos de cumpleaños). Miramos la cuenta con mis amigos y en vez de cobrarnos $12.500 como nos habian dicho, nos habian colocado cada menu a $13.500. Reclamamos (una vez mas) y nos modificaron la cuenta. Obviamente ni ofrecieron algo, o hicieron un descuento significativo por el desastre y el mal momento que me hicieron pasar durante toda la cena. Si asi buscan atraer clientes, o intentar fidelizarlos, estan perdidos…
Muy mala organizacion, muy mala comunicacion entre el restaurante y quien gestiona las reservas.
Desastre el servicio de atendimiento.
No lo...
Read moreFuimos un grupo de treinta personas a festejar un cumpleaños, lo cual, a simple vista, parecería ser una cifra lo suficientemente escandalosa como para que un bar se prepare con tiempo. Pero no. Llegamos y el lugar parecía estar más sorprendido que nosotros de que existiéramos. Las mesas eran una especie de tetris emocional: algunas bailaban más que nosotros, otras estaban torcidas como nuestras expectativas, y la última era una simpática mesa de madera que apareció como refuerzo... solo para que algunos puedan apoyar el vaso. Ya los del fondo ni mesa tenían. Los mozos, por su parte, tomaron un enfoque innovador: el de la invisibilidad estratégica. Si bien el sistema era pizza libre, las bebidas llegaron cuando ya se nos había secado la garganta de tanto preguntar si venían en camino. Y cuando por fin aparecieron... vinieron con unos vasos tan sucios que parecía que los habían lavado con una servilleta usada del grupo anterior. Toda una propuesta estética: manchas abstractas, brillos dudosos y una textura “vintage” que te hacía replantearte cada sorbo. El recurso más valioso de la noche no fueron las bebidas ni la pizza: fueron las diez servilletas que compartíamos como si fuera la ex de un amigo. A esta altura ya eramos "compañeros de servilleta", y aprendimos el arte de doblarlas estratégicamente para obtener múltiples usos por centímetro cuadrado. Ecología promocionada. Llegar al baño fue una especie de reality de supervivencia urbana: atravesar una pista de baile llena de cuerpos danzantes, intentando pasar por entre mesas y personas, y subir unas escaleras tan confusas que uno esperaba terminar en Narnia. Todo para llegar a un baño con más mingitorios que espacio vital. El único inodoro estaba tan sucio que nos hizo reflexionar sobre la naturaleza humana, mientras observábamos a unas hormigas construir su propia civilización. A eso de las doce, el bar se convirtió en boliche. Apagaron las luces y empezó el caos: gente caminando entre mesas, empujones cada tres segundos, y nuestra cumpleañera recibiendo 22 shots, uno de los cuales traía un pequeño insecto fiestero nadando con entusiasmo. Cuando quisimos sumarnos al bailongo, liberamos las mesas por voluntad propia, en un gesto de cooperación que emocionaría a cualquier encargado de salón. Pero el personal lo tomó con calma: pasaron más de una hora hasta que vinieron a juntar las sillas. Y cuando por fin lo hicieron, lo hicieron justo detrás de nosotros, como para recordarnos que ni ahí íbamos a bailar. Lo más parecido a un baile fue hacerte a un lado para dejar pasar a los demás. Puntos a favor: la pizza estaba muy rica, y la música, realmente buena. Lamentablemente, todo lo demás se encargó de enterrar esos puntos positivos bajo capas de desorganización, desatención y...
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