Bonito jardin con algunas esculturas en hierro y bronce de Joan Miró, pero nada especial. Es pequeño y tranquilo, está muy bien cuidado. Tiene varios árboles llenos de mandarinas, he recogido algunas en una bolsa, ya que había probado y estaban muy sabrosas, me hizo recordar las que me daba mi abuelo recién sacadas, no como las que venden actualmente en los negocios, salidas de las cámaras y sin gusto a nada. Al salir, para mi asombro, no me han permitido llevarlas, los cuidadores no me habían advertido dentro, aunque me habían visto, puesto que trabajadores del lugar también estaban recolectando, y luego cuando me retiraba, después de haber pasado casi dos horas dentro, me las hicieron dejar en la garita de seguridad, alegando que el ayuntamiento no dejaba recogerlas, que si no me parecía que quedaban bonitas en el árbol, que todos tenían derecho a verlas. Yo les respondí que los árboles estaban llenos, que quedaban muchísimas más y que además se hecharían a perder, y me contestaron que le reclame al ayuntamiento y a la dirección del jardín. Que yo sepa Dios creó los árboles que dan frutos para que el ser humano los coma, no para que se pudran en los árboles " para que quede bonito". Una pena realmente, falta de sentido común.