Die Parish Church of Saint Barbara ist eines dieser Gebäude in Madrid, das so viel Geschichte und Eleganz ausstrahlt, dass es fast schwierig ist, zu glauben, dass es sich „nur“ um eine Pfarrkirche handelt. Sie liegt in einem ruhigen, fast versteckten Teil der Stadt, eingebettet in das noble Viertel Recoletos, wo die Straßen breiter und die Geräusche der Stadt gedämpfter sind. Umgeben von eleganten Häusern und schattigen Plätzen, erhebt sich die Kirche wie ein Wachposten aus einer anderen Zeit, und ihr Anblick zieht mich sofort in ihren Bann.
Von außen wirkt die Kirche monumental, fast wie eine Kathedrale, mit ihrer beeindruckenden barocken Fassade, die im 18. Jahrhundert von den Architekten Francisco Carlier und Francisco Moradillo geschaffen wurde. Ursprünglich wurde sie nicht einmal als Pfarrkirche konzipiert – sie war Teil des Convento de las Salesas Reales, eines Klosters, das von Königin Bárbara de Braganza, der Ehefrau von Ferdinand VI., gegründet wurde. Tatsächlich ist die Geschichte dieser Kirche untrennbar mit der königlichen Familie verbunden, und diese königliche Verbindung spürt man in jedem Stein, jeder Skulptur und jedem goldenen Ornament.
Während ich näher trete, fällt mir sofort das reiche Detail der Fassade ins Auge. Die Statuen und Reliefs, die sich über dem Eingang befinden, wirken lebendig, fast so, als könnten sie gleich von ihrem steinernen Sockel steigen. Die Heilige Barbara selbst thront über dem zentralen Portal, in der Hand den Turm, der ihr Symbol ist – ein Hinweis auf ihre Märtyrerlegende. Es ist ein Anblick, der sowohl Kraft als auch Anmut ausstrahlt, und ich kann mir vorstellen, wie beeindruckend er im 18. Jahrhundert auf die Besucher gewirkt haben muss.
Im Inneren setzt sich diese Pracht fort. Der erste Eindruck ist überwältigend: hohe Gewölbedecken, die von kunstvoll verzierten Säulen getragen werden, und ein goldener Glanz, der von den Altären und Verzierungen ausgeht. Es ist, als wäre ich in eine andere Welt eingetreten – eine Welt, in der Kunst und Spiritualität zu einer Einheit verschmelzen. Der Hauptaltar ist ein wahres Meisterwerk, ein strahlendes Beispiel für die barocke Liebe zum Detail. Goldene Ranken, Engel und Heiligendarstellungen scheinen miteinander zu tanzen, während das Licht von den hohen Fenstern durch die Kirche fällt und die Farben noch intensiver leuchten lässt.
Die Seitenkapellen erzählen ebenfalls ihre eigenen Geschichten. Eine von ihnen enthält das Grab von Königin Bárbara de Braganza selbst. Sie liegt hier begraben, genau wie ihr Wunsch war, in dem Kloster, das sie gegründet hatte. Es ist ein stiller, bescheidener Ort, und während ich davor stehe, spüre ich eine Verbindung zur Geschichte – zu einer Frau, die trotz ihres Status als Königin ihren Glauben und ihre Hingabe an Gott über alles stellte.
Die Kirche hat jedoch nicht immer diesen ruhigen Charakter bewahrt. Während der turbulenten Zeiten der spanischen Geschichte – besonders während der Säkularisation im 19. Jahrhundert – wurde das Kloster aufgelöst, und die Kirche wurde zur Pfarrkirche umfunktioniert. Trotz all dieser Veränderungen hat sie ihren königlichen Glanz nie verloren, und es ist fast so, als würde sie die Geschichten ihrer Vergangenheit bewahren, verborgen in den Mauern und den flüsternden Schatten der Kapellen.
Außerhalb der Kirche herrscht ein ganz anderes Leben. Der Platz vor der Kirche ist ruhig und friedlich, mit ein paar Bäumen, die Schatten spenden, und Bänken, auf denen Menschen sitzen, um zu lesen oder die Stille zu genießen. Die Straßen um die Kirche sind elegant, mit gepflasterten Gehwegen und alten Laternen, die der Gegend eine fast filmische Atmosphäre verleihen. Hier ist Madrid gedämpfter, leiser, aber nicht weniger beeindruckend.
Die Parish Church of Saint Barbara ist mehr als nur ein Ort des Gebets. Sie ist ein Zeugnis der Geschichte, eine Hommage an die Kunst und ein Rückzugsort für diejenigen, die nach Schönheit und Besinnung suchen.
Stand: 18.11.2024
Ziel der Kunst ist, einfach eine Stimmung...
Read more❤️🇪🇸 El «año sin rey en España» (agosto 1758-agosto 1759).
La reina Bárbara de Braganza no gozaba últimamente de buena salud. «Padecía especialmente una tos continua, que la obligaba a veces a suspender las cultas veladas que se organizaban casi diariamente en palacio». En la primavera de 1758 fue trasladada a Aranjuez pensando que allí se restablecería del asma, haciendo el viaje en etapas para que no se cansara. Aunque al principio pareció mejorar, pronto volvieron los dolores y la fatiga. En julio su salud empeoró. Padecía fiebres altas que aumentaban por la tarde y la madrugada. El 25 de agosto perdió la voz. Su agonía duró dos días, falleciendo en la madrugada del 27 de agosto de 1758 probaidr cáncer abdominal. Su cadáver fue llevado al Convento de las Salesas Reales en Madrid, que había sido fundado por ella, y provisionalmente guardado bajo la cripta.
💔El fallecimiento de la reina produjo un agravamiento en la salud del rey (los reyes estaban profundamente unidos), hasta llegar a un alto grado de locura.
Fernando VI no participó en el cortejo fúnebre que condujo el cadáver de la reina a Madrid, sino que abandonó Aranjuez el mismo día en que murió doña Bárbara para instalarse en el castillo de Villaviciosa de Odón, acompañado por su medio hermano, el infante don Luis. Se pensó que sería un buen lugar porque allí nada le recordaría a la reina y podría distraerse con su afición favorita, la caza. Pero a los diez días aparecieron los primeros síntomas de la enfermedad.
Durante ese tiempo se mostró agresivo —«tiene unos impulsos muy grandes de morder a todo el mundo», escribió el infante Luis a su madre Isabel de Farnesio— y para calmarlo le suministraban opio; intentó suicidarse en varias ocasiones y pidió veneno a los médicos o armas de fuego a los miembros de la guardia real; bailaba y corría en ropa interior, jugaba a fingir que estaba muerto o, envuelto en una sábana, a que era un fantasma. Cada día estaba más delgado y pálido, lo que se unía a la dejadez en su aseo personal. No dormía en la cama sino sobre dos sillas y un taburete.
Existe una discrepancia de opiniones sobre la enfermedad que sufrió Fernando VI durante su último año de vida. Por un lado existe la idea de que Fernando VI era una persona que arrastra un trastorno mental grave, probablemente un trastorno bipolar, y que ese último año sufrió un episodio depresivo o mixto en el contexto de dicho trastorno y la descompensación psicopatológica que le produjo el fallecimiento de la reina. Existe otra corriente de opinión que enfoca la enfermedad como un trastorno neurológico, en el contexto de una demencia "orgánica" con un síndrome clínico que responde a un déficit rápidamente progresivo del lóbulo frontal derecho. Esta hipótesis se fundamenta especialmente en una clínica progresiva y característica de un síndrome frontal, y la presencia de crisis epilépticas de semiología frontal derecha, al igual que otros motivos. Independientemente de la causa de la enfermedad, las complicaciones médicas derivadas del encamamiento, desnutrición y complicaciones infecciosas, probablemente jugaron un papel esencial a la hora de acortar la vida del monarca.
Fernando VI murió el 10 de agosto de 1759, decimotercer aniversario de su proclamación como rey. Su cadáver fue trasladado al Convento de las Salesas Reales y, al igual que se había hecho con los restos de su esposa, los suyos fueron guardados en un sepulcro provisional debajo del coro. Los mausoleos del rey y de la reina fueron construidos luego durante el reinado de su sucesor Carlos III y terminados en 1765. El de Fernando, diseñado por Francesco Sabatini y labrado en mármol por Francisco Gutiérrez Arribas, fue colocado en el lado derecho del crucero de la iglesia del Convento y el de doña Bárbara en el coro bajo de las monjas, detrás del de su esposo.
Fue sucedido por su medio hermano, Carlos III, hijo de Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio, al no haber tenido...
Read moreEl convento de las Salesas Reales, hoy la parroquia de Santa Bárbara y la Audiencia Nacional, fue encargada la construcción en 1750 por Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI. Al no haber tenido descendencia la reina, no podía ser enterrada en El Escorial y esta fue una de las razones por las que levantó el convento.
En 1758, falleció la reina. La muerte de su esposa sumió al monarca en una depresión aún mayor de las que solía padecer. Ese mismo año el rey se recluyó en el castillo de Villaviciosa de Odón, donde después de varios intentos de suicidio (sus sirvientes debían retirarle las copas de cristal para evitar que el monarca se las comiera) y de un abandono propio absoluto, falleció el 10 de agosto de 1759.
Los dos reyes reposan junto al altar mayor del convento uno detrás de otro separados por un muro. Sin embargo, esa separación no existe donde descansan los huesos de ambos.
Bajo el osario de Bárbara de Braganza puede leerse:
《María Bárbara de Portugal, esposa de Fernando VI, rey de las Españas, después de fundado con la ayuda de Dios el templo y monasterio para las vírgenes consagradas, goza del deseado sepulcro cercano a las oraciones y al altar. Murió a los 47 años el 26 de septiembre de 1758.》
Bajo el osario de Fernando VI, otro epitafio reza:
《Aquí yace el fundador de este Monasterio, Fernando VI, rey de las Españas, óptimo príncipe que murió sin hijos pero con numerosa prole de virtudes, Padre de la Patria, el 10 de agosto de 1759. Carlos III dedicó este monumento de tristeza y de piedad a su queridísimo hermano cuya vida hubiera preferido al Reino.》
Los dos sepulcros fueron mandados construir por Carlos III, hermano paterno de Fernando VI, diseñados por Sabatini y realizados por...
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