He ido a este teatro en dos ocasiones: noviembre, para ver Ghost; y junio, para ver Fama. Recuerdo menos lío en la entrada en noviembre para ver Ghost. Lo de ayer era caótico. Unos que entrábamos a ver Fama y otros a ver otras obras, pero no hay un cartel que indique por dónde debe ir quién. Tema aparte fue el calor. Ya en la entrada se nota el ambiente muy cargado, un fuerte olor a humanidad entre la gente que entra y la que sale. Lo peor fue comprobar que, una vez sentados, la situación era la misma: no hubo aire acondicionado durante toda la función, con el consecuente meneo de abanicos y folletos constante para soportar las altas temperaturas de esta ola de calor a la que no ha puesto remedio el teatro. Evidentemente, esto afecta a la calidad del espectáculo, ya no solo por la actuación de los artistas, que lo hicieron bien a pesar de la situación, sino por la mera concentración del público, centrados más en encontrarse a gusto que en la escena. Por otro lado, hubo un descanso de 10 minutos, cosa que no se entiende si el público puede desalojar el teatro y volver. Dudé de que empezaran a los 10 minutos, pero así lo hicieron, a pesar de tener a medio público aún fuera comprando bebidas o cogiendo algo de aire. Otro detalle de este momento fue cuando volvimos a entrar por una de las puertas de acceso (a toda prisa, porque los porteros así nos metían) y cuando enseño la entrada, me espeta un: “ay noooo, que los de Fama no entran por aquí”, pero, como ya dije, la organización brillaba por su ausencia.